Morfeo me dejó a media noche y abrí los ojos sin querer abrirlos para ponerme a pensar en todo lo que hago, hice y haré sin querer. O todo lo que no hago cuando más quiero hacerlo.
Y el silencio me gritó la respuesta. Y en plena oscuridad pude leer el porqué y el cómo de no hacer lo que queremos hacer o hacer lo que no queremos.
Todo parte de nuestra poderosísima mente que nos permite fluir a un determinado ritmo. Y ese ritmo está condicionado a la cantidad de prejuicios que hayamos aprendido de la vida. El ritmo de nuestra fluidez es inversamente proporcional a la cantidad de prejuicios aprendidos.
Pero, es necesario contar con ciertos prejuicios para protegernos. Para no hacer cosas que nuestra mente no pueda afrontar. Estos prejuicios son algo así como los prejuicios-vacuna que nos preparan para admirar la fluidez de la vida y finalmente atrevernos a vivirla. Es entonces que lo dejamos ir y fluimos.
La Caperucita Roja es el ejemplo de la fluidez pura. No temía al lobo, ni a la soledad del bosque y fluyó pudiendo entregarse a la muerte en el intento.
El cerdito que construyó su casa con ladrillos sería el ejemplo del prejuicio-vacuna. Por temor al lobo se tomó el tiempo de guarecerse adecuadamente. Y fue el único preparado para admirar la fluidez de la vida, conservando la suya, viviendo.
¿Cuándo debemos deshacernos de los prejuicios? Cuando nos impidan salir, subir o crecer. Simple como eso. Pues los prejuicios con el tiempo se vuelven pesados y se enquistan en las familias, transmitiéndose de generación en generación generando miopía, sordera y apatía.
Me sentí un poco corta escribiéndole un correo a Enriqueto con esta ensalada de tonterías de insomne desesperada. Pero luego entendí que al contárselo estaba fluyendo, sin temor a una burla o al rechazo de lectura. Su respuesta, por cierto, me encantó…ahí me deshice de un prejuicio.
Ahora me encuentro en la exhaustiva tarea de hacer que mi sueño se deshaga de sus prejuicios y fluya. Porque mi sueño tiene el temor de ser, de vivir más de lo debido, de abandonarse, prejuicioso él. Está aprendiendo a gotear y, finalmente, algo estoy durmiendo.
Y el silencio me gritó la respuesta. Y en plena oscuridad pude leer el porqué y el cómo de no hacer lo que queremos hacer o hacer lo que no queremos.
Todo parte de nuestra poderosísima mente que nos permite fluir a un determinado ritmo. Y ese ritmo está condicionado a la cantidad de prejuicios que hayamos aprendido de la vida. El ritmo de nuestra fluidez es inversamente proporcional a la cantidad de prejuicios aprendidos.
Pero, es necesario contar con ciertos prejuicios para protegernos. Para no hacer cosas que nuestra mente no pueda afrontar. Estos prejuicios son algo así como los prejuicios-vacuna que nos preparan para admirar la fluidez de la vida y finalmente atrevernos a vivirla. Es entonces que lo dejamos ir y fluimos.
La Caperucita Roja es el ejemplo de la fluidez pura. No temía al lobo, ni a la soledad del bosque y fluyó pudiendo entregarse a la muerte en el intento.
El cerdito que construyó su casa con ladrillos sería el ejemplo del prejuicio-vacuna. Por temor al lobo se tomó el tiempo de guarecerse adecuadamente. Y fue el único preparado para admirar la fluidez de la vida, conservando la suya, viviendo.
¿Cuándo debemos deshacernos de los prejuicios? Cuando nos impidan salir, subir o crecer. Simple como eso. Pues los prejuicios con el tiempo se vuelven pesados y se enquistan en las familias, transmitiéndose de generación en generación generando miopía, sordera y apatía.
Me sentí un poco corta escribiéndole un correo a Enriqueto con esta ensalada de tonterías de insomne desesperada. Pero luego entendí que al contárselo estaba fluyendo, sin temor a una burla o al rechazo de lectura. Su respuesta, por cierto, me encantó…ahí me deshice de un prejuicio.
Ahora me encuentro en la exhaustiva tarea de hacer que mi sueño se deshaga de sus prejuicios y fluya. Porque mi sueño tiene el temor de ser, de vivir más de lo debido, de abandonarse, prejuicioso él. Está aprendiendo a gotear y, finalmente, algo estoy durmiendo.
1 comentario:
A medida que pasa el tiempo comprenderas muchas cosas que al parecer carecian de sentido...
Y poco a poco, mientras te mantengas esforzando en ver una pequeña parte tu interior, lograras adquirir algo de sabiduria
que te permitira alejar de ti, definitivamente, todos los prejuicios...no sera util la vacuna...
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