Todo cae. Sin redundar en el propio peso. Cae y punto. Cae la piel, cae el pelo, desde hace como un año el dólar también cayó y no hay peruano que lo pueda recoger. De repente, cayó la temperatura también y nos enfrentamos al otoño. Cayó un manchón de presidentes de muchos países aquí en Lima hace poco para probar cebiche, beber pisco sour y regalarnos 3 días feriados. Ya se fueron también.
A mí se me cayó la cara de vergüenza cuando fui descubierta por dos caballeros en el baño de hombres de mi bar (cultural) favorito. Mi urgencia física fue mayor que mi pudor. Además mi valentía se encontraba repotenciada por el alcohol. Como fuera, lo hice y no creo ser la única ni la primera mujer en haber pisado un baño macho para hacer pichi desesperadamente.
Ayer casi se nos cae el ánimo a mi amiga Rox y a mí a consecuencia de tanto día gris color panza de burro que se asoma por estos lares. Es la omnipresente ley de gravedad que trasciende las barreras físicas para inmiscuirse en nuestros ánimos, clima, economía y qué se yo, pensé. ¿Será tan insoportable como la levedad? Porque la levedad también es insoportable, ¿o no Kundera?
Sin más razonamientos hamletianos, por lo menos sé que yo como muchas mujeres tenemos una batalla que librar contra la gravedad para evitar que se nos caigan los emblemas anatómicos, la lozanía y sobre todo el ánimo cuando el tiempo pase, el kilometraje aumente y/o traigamos niños a este mundo.
Nuestras armas: ejercicio, comida y bebida balanceada (qué feo), sueño de belleza, vitaminas E, coenzima Q10, melatonina, cremas humectantes pero sobre todo mucho amor, que en el mejor de los casos, incluye cierto tipo de ejercicio. Y, aunque éstas no sean suficientes para acabar con aquella doña gravedad, nos mantendremos entretenidas levantado todo lo que podamos. Ya en este punto y hablando de levantar será importante dosificar también el nivel de levante para no terminar mal paradas o ¿levantadas? ¡Plop!
A mí se me cayó la cara de vergüenza cuando fui descubierta por dos caballeros en el baño de hombres de mi bar (cultural) favorito. Mi urgencia física fue mayor que mi pudor. Además mi valentía se encontraba repotenciada por el alcohol. Como fuera, lo hice y no creo ser la única ni la primera mujer en haber pisado un baño macho para hacer pichi desesperadamente.
Ayer casi se nos cae el ánimo a mi amiga Rox y a mí a consecuencia de tanto día gris color panza de burro que se asoma por estos lares. Es la omnipresente ley de gravedad que trasciende las barreras físicas para inmiscuirse en nuestros ánimos, clima, economía y qué se yo, pensé. ¿Será tan insoportable como la levedad? Porque la levedad también es insoportable, ¿o no Kundera?
Sin más razonamientos hamletianos, por lo menos sé que yo como muchas mujeres tenemos una batalla que librar contra la gravedad para evitar que se nos caigan los emblemas anatómicos, la lozanía y sobre todo el ánimo cuando el tiempo pase, el kilometraje aumente y/o traigamos niños a este mundo.
Nuestras armas: ejercicio, comida y bebida balanceada (qué feo), sueño de belleza, vitaminas E, coenzima Q10, melatonina, cremas humectantes pero sobre todo mucho amor, que en el mejor de los casos, incluye cierto tipo de ejercicio. Y, aunque éstas no sean suficientes para acabar con aquella doña gravedad, nos mantendremos entretenidas levantado todo lo que podamos. Ya en este punto y hablando de levantar será importante dosificar también el nivel de levante para no terminar mal paradas o ¿levantadas? ¡Plop!
*Otra apropiada ilustración de Jhon, el artista
2 comentarios:
ay bonai, las gravedades, las gravedades
Hasta las dictaduras caen oye!
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