Se despertó pensando en lo que tenía que hacer al día siguiente.
No pudo ni desayunar, almorzar o merendar por entregarse a lo que le esperaba 24 horas después.
No quizo hablar con nadie ni hacer nada que distrajera sus pensamientos de sus planes con el día siguiente.
Mañana era todo para él.
Rechazó abrazos, detalles, vivencias. Esperanzado en el mañana.
Cuando llegó a casa, sin saludar a nadie, se fue a dormir.
Soñó con el día siguiente.
Cuando el día siguiente llegó. Su corazón se detuvo y nunca despertó.
El mañana ya es hoy y lo que pudo hacer ayer, no existe, igual que el mañana (que es nada).
*Portada del libro de Guillermo de Díaz Plaja
2 comentarios:
Me encanta...es la única verdad.
Alis
Claro que si!!!!Solo el hoy, intensamente.
Publicar un comentario