De las cosas que tengo, las más comunes

(listado de cosas singularmente comunes)

Mi nombre (la familia lo echó a suerte)
Una canción infantil en la memoria (me sé Caro, Caro Carolina de Popy, completita)

Una muñeca de vestido azul (de porcelana que me regaló mi abuela)

Miedo a la muerte

Un amuleto de la buena suerte

Alguna vez, un jefe de mierda

Una desilusión amorosa (de esas que te vuelven cobarde) Un secreto inconfesable

Histeria, una vez por mesUna oveja negra en la familia (que al final termina siendo la más querida o querido)

Una lista de dietas (por lo menos un par, abandonadas)

Alguna pacharacada caleta (yo tengo una canción favorita de Guillermo Dávila, por mencionar una)

Un héroe de ficción

Un blog

Más mazapán

Alguien dijo que este blog agonizaba. Pero no es el blog sino el ánimo de la dueña que anda pensando en la inmortalidad del mosco que se cree chancho que vuela y la sola idea la deprime.

Entonces, en buena cuenta, cuentos para contar hay miles pero la narradora anda de natacha del corazón (limpiando y arreglando la casa) para encontrarse algún día con el futuro padre de sus hijos e instalarlo cómodamente en algún ventrículo.

***(los asteriscos significan ¿a otro tema ya?)

Hoy cumple años Alis, ella es cómplice de Angelote en el delito de importar de París mercadería con "yaya" en aerolíneas la cigüeña: o sea traerme al mundo a mí.

Y bueno quería aprovechar para contarles, a los cuatro gatos que leen mi blog, que Alis hizo un impecable trabajo de restauración y la pieza falladita es ahora una mujer hecha y derecha: o sea yo. ¡Te queremos Alis! ¡Nunca te mueras! ¡Madre, sólo hay una! (por fortuna, porque es más jodona la mía, pero igual la adoro)

***

Ya no me duele la panza. Yeeeeeeee

***

El poeta encendió la luz oportuna y creativamente para que yo sonriera y me dejara de cojudeces. (primera mención al poeta) Luego comimos idénticos helados y le dimos la vuelta al parque. Había un niño ebrio en la banca, frente a la iglesia y dos ancianos buscaban el jaque mate en otra...banca...en el parque...de los helados.

En la foto Alis me da un helado de vainilla del Tip Top... mi hermano y mi primo nos acompañan (par de tragones).

Aviso

Necesito estómago nuevo

Insensible a cambios de humor

que no haga huelgas de lactasa

sin adicciones (a los dispépticos, ranitidinas, omeprazoles y demás)

con revestimiento interno reforzado

sin personalidad

mudo

y por supuesto: más pequeño (a ver si así trago menos)

Niña sin globo

Siempre que intento inflar un globo, no pasa de ser un intento. Y con la tarea inconclusa, me quedo sin aire, globo y con dolor de ganglios.

Alguna vez soplé muy fuerte, dejando la vida y los pulmones en el pedazo de látex:
Fiuuuuuuuuuuuuu, fiuuuuuuuuuuuuuuuu, fiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
Y mi brillante y hermoso globo nació: Para jugar conmigo a ser feliz.

Sin dejar de soplar cerré los ojos, sonreí con toda la cara, siempre sin dejar de soplar, hasta que el globo reventó. Y me quedé sin aire, globo, dolor de ganglios y algo nuevo: miedo a inflar globos (para jugar conmigo a ser feliz).

Paronimada de infeliz final

Tengo

Tenga

Tanga

Tango

Tongo??…aj!!!!

El chupete endemoniado

El primer día del año fui despertada por un extraño dolor de cabeza y el clamor del pigmeo maldito, chillando por su desayuno.

Mientras el desayuno se convertía en brunch empezamos con el recuento de los daños de la anterior noche de juerga. Mis amigos tenían manchas rojas y melosas en sus camisas, según contaron y además me culpaban de ello.

Apenas si lo recordaba:

Después del décimo sexto vodka me provocó un chupetín y encontré en mi bolso uno que me dio Mamá Tru (creo) así que me lo metí en la boca.
De pronto el pigmeo del mal llegó, me lo quitó y se lo metió en la boca. Mi chupete entonces, se vio poseído por una extraña fuerza demoníaca y buscando la autoexorcización empezó a bañarse en diferentes vasos de tragos y a limpiarse en las camisas de cuanto parroquiano se le cruzara.
Mi pobre chupetín, una vez calmo e impoluto volvió a sumergirse en mi boca: a flotar en mi saliva feliz y calientito cual feto en el vientre materno.

Eso fue lo que yo recordé del ataque de azúcar y colorante sobre las camisas de los chicos.

Y es que mis chupetes, como todo lo que toca mi boca sólo admite ser babeado por mí, de lo contrario se endemonia y hace de las suyas.