lunes, 9 de enero de 2017

Ser


Sonó un portazo.

Ella al otro lado, sentada sobre el piso y con el rostro pegado a las palmas de sus manos siente la lluvia de verano.

Sabe que el dolor se irá más rápido que el miedo a volver a abrir la puerta. Que dejará de “llover” porque le van mejor  los arcoiris. “Que nadie vuelva a entrar”.

Y en ese su mundo donde ha pintado con los colores más bonitos el espacio más perfecto permanecerá junto a sus secretos. Organizando lógicamente silencios y sensiblemente sonidos en armonía y al ritmo de su corazón. En completo refugio.

Pondrá una cerradura más fuerte y cerrará los ojos para no ver películas repetidas llenas de tristeza. De esas que nada tienen que ver con su presente. Un presente lleno de gracia y de vida.

Porque eso es lo que ella merece, mientras pueda contar los días, cada día, y ser.