lunes, 17 de mayo de 2010

Rayito

Y tras la neblina, vuelve a salir el sol

Eso pasa con los ojos tercos,

Con los labios tercos

Que quieren ver y besar

Buscando con razones desesperadas

lo más parecido a la felicidad


Y aprendo a besar

A amanecer para mirar a Marte

A abrazar para ser abrazada

A ser a ser niña para jugar

Y para que me cuides

Y ese rayo de sol me sonríe, me abriga, me embruja…

viernes, 30 de abril de 2010

Sobreviviente

(Tras la niebla, vuelvo a buscar el sol)

Todo huele a pólvora y sangre

A historia de ayer

A tiempo no lineal

Así en la guerra

Escapo del enemigo -que aquí es la muerte-

Tropiezo con los que cayeron

Sin mirarlos, para no verme en ellos

Sin temer

Merezco la vida por no rendirme

Merezco esta pena por decidir

Gané la batalla

Quedé sin cartuchos

Y sangro cansada

Como en la guerra

Y ando sola, como cuando llegué

Sola me voy

Sola me seco las lágrimas

Sola sonrío porque a lo lejos

Se ve el sol

Así en la guerra, como en el amor.

*suena "Survive" de Bowie


jueves, 29 de abril de 2010

Café cargado

Café cargado 1

Cuando me sirvo el café mis sentidos se conectan con el entorno. Olerlo es poner play.

Saludo a la asistente guapa del piso. Doy el primer sorbo y sigo caminando para encontrarme con el, no tan guapo pero interesante gerente, allí mismo. También es bebedor de café.

Cuando la cafeína llega a la sangre los ojos de todo el mundo hablan. Los míos dicen "es casi viernes", los de mi compañero, son mudos. Pero los ojos del gerente y la asistente parecen decir al unísono "amor".

Los veo llegar y su omisión al saludarse mutuamente me revela que quizá no se despidieron desde ayer. Ella es toda sonrisa cuando lo ve. Él se sonroja.

Rozan sus manos cuando caminan de lado. Procuran ser discretos. El le habla apoyándole la mano en el hombro. Él tiene un anillo en el anular. Ella no.

Termino el café, me pongo los audífonos, enciendo mi PC, pause y me desconecto del entorno.


Café cargado 2


Siempre que me veo obligada a asistir a velorios, veo la forma de ser útil y me pongo a contar chistes o a servir café y galletitas. Muy cargado, por cierto.

Café re-cargado

En momentos de crisis, antes de salpicar con lágrimas mi escritorio y pasar soberana vergüenza, apuro mi café express salvador, al tiempo que dejo que un pedazo de chocolate se me disuelva en la lengua. "Así genero alegría química", pienso.


El conchito

Cuando era niña veía a Angelote beber café por las mañanas con un gusto infinito. (Porque Angelote es muy intenso y todo lo que bebe o ingiere se convierte en maná y ambrosía, a juzgar por su expresión)

Esperaba a que se termine el café y se levantara de la mesa para correr a beberme el "concho" (lo que dejaba en la taza).

Mi adicción por la cafeína fue heredada y aprendida.


y... por qué no?

domingo, 4 de abril de 2010

La partida de Madariaga




Madariaga es el nombre que le puse a mi blackberry porque soy de las que ponen nombre a sus objetos preciados. Lo bauticé así por el osito de Enriqueta, la niña del mundo Macanudo, historieta de Liniers*. Porque el osito, ese, me cae bien.
Volviendo a "mi" Madariaga. Ya no lo tengo más; pues una mano desconocida y sucia se metió por la ventana, casi cerrada, de mi auto y juaz! lo secuestró. Taquicardia, hasta ahí.
El mundo siguió girando y ni bien llegué a casa, hice todo lo que tenía que hacer para asegurar la confidencialidad de la información que guardaba mi Madariaga consigo (cual miembro de alguna mafia). Cambié contraseñas, bloqueé, hice todo.
Pausa y respiración.

Cerré los ojos, me toqué la cara y agradecí que esa mano desconocida no me haya lastimado, cortado, apuntado, tocado.

Lloré porque soy llorona y porque mi mente hace atletismo y se va rapidísimo a lugares a los que yo espero nunca llegar o llegar muy tarde. Por ejemplo, al cajón de cuatro cintas.

Esa noche tenía planes. Los cancelé. Me sentía vulnerable, desconfiada, débil, asustada y sola. Sola.

Hice lo que nunca antes. Cerré la puerta de mi departamento que está en el quinto y último piso, con todas las cerraduras. El "Cantol" que nunca había puesto, también.
***
Al día siguiente "me dejé de tonterías" y celebré la vida mientras disfrutaba de mi jubo de naranja mañanero con mi pastillita de Q10 (mi muy caro secreto de belleza).

***

Como todo suceso que me desagrada, le busqué aprendizaje a éste.

1.- El aprendizaje obvio: no utilizar el blackberry mientras manejo. (Sí pues, el ratero me vio con el aparato en la mano, distraída y juaz! lo demás ya lo conté).

2.- El aprendizaje "forzado": necesito un novio o un huachimán. O un perro con cara de malo.

***
Ahora tengo un nuevo blackberry al que he bautizado "López" en honor a la genial historieta de los argentos Trillo y Altuna "Las Puertitas del Señor López".



López es negro como Madariaga, también tiene una bolita en medio y es igual de "robable". Prometo cuidarlo, prometo cuidarme.


*A este señor Liniers, lo conocí gracias a Maitena (ya pues, todo el mundo sabe quién es Maitena).

ESTE BLOG NO HABÍA MUERTO! ESTABA DE PARRANDA. CUCHíVIRI, CUCHíVIRI, CHIVIRí!

miércoles, 10 de febrero de 2010

La tortuga y el pez


La tortuga hambrienta nadaba tras el goldfish para morderle la cola.

El goldfish ya había aprendido a convivir con el miedo. Huir de la tortuga era rutina. Sufrir de sus dolorosas mordidas, casi.

Antes de que llegara aquella, él reinaba el acuario, era la envidia de los monocromáticos vecinos de cola corta y sin alcurnia. Luego, con la llegada del anfibio al acuario, querría ser quizá invisible?

La niña pegaba todos los días su frente al acuario, admiraba la cualidad natural de los peces de mimetizar sus lágrimas con el agua, pues mientras los alimentaba les atribuía características humanas e imaginaba conversaciones entre ellos. "Nadie notaría si lloran, qué afortunados", pensaba.

Cuando descubrió la cola lastimada del único goldfish "velo de novia" que adornaba su acuario, se alarmó, en el rostro del pez no había dolor, no se dibujaba el miedo. "No veo sus lágrimas", se dijo. Vio a la tortuga tras él. Los separó.


Y así, mientras el pez se recuperaba con una tintura curativa recetada por el veterinario, la tortuga permanecía alejada en un vecino acuario pequeño.

"Se extrañan", pensaba la niña. Convenció a su madre de reunirlos nuevamente cuando el goldfish estuviera sano. Y así fue. Y la tortuga volvió a comerle la cola al pez.


Luego de tres procesos de curación, separación, unión y recaída del goldfish, fue separado definitivamente de la tortuga. Sanaron sus heridas y al cabo de dos semanas el pececillo murió.

Según el veterinario no habría explicación lógica de la muerte del pez. Habría muerto de ansiedad, pena? Extrañaría la persecusión, el miedo, el dolor? Se pudo haber acostumbrado a ello?


***

Jamás tuve un perro. Pero de niña me dejaron tener peces y una tortuguita acuática carnívora. Ninguno me ladró o me movió la cola, pero los observé lo suficiente como para aprender que hay conductas animales comunes a las humanas. También aprendí que los peces no tienen glándulas lacrimales.