miércoles, 28 de mayo de 2008

De la Mala



Acabo de recibir una llamada de un personaje que me dijo: fumaste de la mala. Según él porque publiqué una foto de mi Troll peliverde, un post que habla de cuando jugué a la botella borracha, otro de cuando me hicieron cornuda y por hablar del corazón-hormiga. Me habló de esas cuatro cosas y yo le contesté: pavo (con el perdón de la noble ave). Se indignó. Entonces corregí: gallina. Ahí se empezó a reir.

“Eso no es nada, reanudé. El fin de semana me fui a Arequipa para ver un volcán o tres, removerme la cutícula en un salón characato*, comer solterito**, agarrar un palo de golf y darle a las bolas, disfrutar de un imam bayildi con cous cous***, hacer chanchería con toffes blandos y además oir decir a Mamá Tru que quiere comerse a un japonés” le conté. Volvió a ponerse serio.

Entonces para molestarlo más le confesé que tenía en el cenicero de mi carro una chicharrita**** que me dejó de recuerdo un amigo muy querido, del que me habría enamorado, si no fuera que a él le gustan los hombres. A estas alturas el muy pánfilo se quedó mudo. “Y, además… creo que sí era de la mala”, acoté. Me colgó.

Lo volví a llamar y le dije: “adiós groserito” y luego yo le colgué. Luego me puse a buscar un palo de tejer o algo más puntiagudo para ir corriendo a reventar la burbuja en la que vive este chico para que salga y respire del mundo real, de la calle, la lleca, la esquina y demás. Para que finalmente dejen de venderle el mar. Pero no encontré nada.

“Mejor le envío un ramo de rosas con espinas y chocolates para diabéticos”, pensé. A ver si así me perdona que le haya dicho pavo. A ver si así me perdona que sea como soy porque yo ya le perdoné que sea como es y así quedaríamos a mano.


*characato: arequipeño
**solterito: plato típico a base de habas, choclo, tomate, cebolla y queso, con aceite de oliva y vinagre.
***Imam Bayaldi, el de la imagen no tiene cous cous: Es un platillo turco de berenjena y otras verduritas bondadosas.
****chicharrita: cigarrillo de marihuana que ya está en las últimas.

martes, 27 de mayo de 2008

Corazón-hormiga





Erase una vez una hormiguita que juntó sin descanso un montoncito de tierra (sabe Dios para qué), hasta que llegué yo y le rocié el nuevo Raid mata hormigas. Así acabé con su efímera existencia en menos de un minuto. Barrí la tierrita y me fui.


Pero esta hormiga no estaba sola. Había una recatafila de hermanitas con las que alternaba el trabajo. Cabeza con cabeza parecían indicarse el camino de retorno en fila india. Todas ellas fueron testigo de mi crimen y, sin ni reparo ni luto, reanudaron la labor con el mismo entusiasmo que motivaba a la hormiga asesinada, cuando tuvo vida. (Algunos dirán que las hormigas no tienen sentimientos pero en este blog toda criatura lo tiene ¿ok?)


Esa fue la cátedra de "cómo reponerse a las desgracias en tiempo récord sin perder el entusiasmo" dictado por el insecto himenóptero al homo sapiens asesinus (o sea yo). Me quedé sorprendida y consternada. Sorprendida por la rapidez y efectividad del veneno. Consternada porque sentí cierta envidia de mi víctima y pensé que sería bueno de vez en cuando contar con un corazón-hormiga (de rapida reposición a las desgracias).


Pues en esta carretera hay muchos que aún no tenemos licencia para conducir las emociones (algunos hemos reprobado los intentos, pero ¡caramba! venimos intentando) Y nos atropellan, chocan y nos accidentamos a diestra y siniestra. Por eso nos da miedo las calles de alto tránsito sentimental y decidimos quedarnos en algún depósito de corazones en reparación. Todo porque no contamos con un corazón-hormiga.


¿Qué tal un SOAT? Nada. Lo que funcionaría en este caso es la amnesia inducida. Una amnesia selectiva de todo dolor o duelo, que sólo nos deje el aprendizaje y la sonrisa. Como la amnesia que me causó Angelote una de esas. O un corazón-hormiga, finalmente.





Poema de Carlos Marianidis
Con lo frágil que soy,

tierna y pequeña,

de a poco llevaré toda esta leña.
El invierno será ventoso y frío;

por eso vengo y voy

por piedra y río.
Cuando empiece a llover tendré todo hecho

y cantaré feliz bajo el helecho.




lunes, 26 de mayo de 2008

Oración





HOY QUIERO SER MÁS FUERTE QUE AYER
HOY QUIERO APRENDER A:
NO ESPERAR DE NADIE NADA
SEGUIR DANDO LO MEJOR DE MI
QUERERME COMO A NADIE
HOY QUIERO SER MÁS FUERTE QUE AYER



*Quiero ser alguna vez la mano grande que lleva a la pequeña.




*Más fuerte que ayer.



martes, 20 de mayo de 2008

Ay, la gravedad


Todo cae. Sin redundar en el propio peso. Cae y punto. Cae la piel, cae el pelo, desde hace como un año el dólar también cayó y no hay peruano que lo pueda recoger. De repente, cayó la temperatura también y nos enfrentamos al otoño. Cayó un manchón de presidentes de muchos países aquí en Lima hace poco para probar cebiche, beber pisco sour y regalarnos 3 días feriados. Ya se fueron también.

A mí se me cayó la cara de vergüenza cuando fui descubierta por dos caballeros en el baño de hombres de mi bar (cultural) favorito. Mi urgencia física fue mayor que mi pudor. Además mi valentía se encontraba repotenciada por el alcohol. Como fuera, lo hice y no creo ser la única ni la primera mujer en haber pisado un baño macho para hacer pichi desesperadamente.

Ayer casi se nos cae el ánimo a mi amiga Rox y a mí a consecuencia de tanto día gris color panza de burro que se asoma por estos lares. Es la omnipresente ley de gravedad que trasciende las barreras físicas para inmiscuirse en nuestros ánimos, clima, economía y qué se yo, pensé. ¿Será tan insoportable como la levedad? Porque la levedad también es insoportable, ¿o no Kundera?

Sin más razonamientos hamletianos, por lo menos sé que yo como muchas mujeres tenemos una batalla que librar contra la gravedad para evitar que se nos caigan los emblemas anatómicos, la lozanía y sobre todo el ánimo cuando el tiempo pase, el kilometraje aumente y/o traigamos niños a este mundo.

Nuestras armas: ejercicio, comida y bebida balanceada (qué feo), sueño de belleza, vitaminas E, coenzima Q10, melatonina, cremas humectantes pero sobre todo mucho amor, que en el mejor de los casos, incluye cierto tipo de ejercicio. Y, aunque éstas no sean suficientes para acabar con aquella doña gravedad, nos mantendremos entretenidas levantado todo lo que podamos. Ya en este punto y hablando de levantar será importante dosificar también el nivel de levante para no terminar mal paradas o ¿levantadas? ¡Plop!
*Otra apropiada ilustración de Jhon, el artista

domingo, 18 de mayo de 2008

¡Qué resaca!


A veces tengo unas ganas de estar triste únicas. Entonces busco a mi mamá o a mis amigos -en ese orden- para excusarme con doña tristeza: "disculpe señora estoy ocupada, hoy no la atenderé" y juaz! sale la carcajada a imponerse sobre el puchero o la lágrima.

Hace algunos días fui a cantar una misa de difuntos, de alguien tan especial que sus restos yacen en cada una de las primeras palabras de cientos de niños cuando aprendieron a leer. Me incluyo, pues mi abuela también me enseñó a leer.

Todo lo que dijo en la misa el sacerdote me recordó lo mucho que la puedo necesitar. Fue entonces que casi me dejé invadir por la tristeza y para combatirla cerré mis ojos para cantar tan fuerte que el corazón se me salió por la boca. Se escucharon latidos en la iglesia San Antonio de Padua.

Lloré, pero poco y hubiera querido llorar más pero, yo le había prometido a mi abuela que tras su muerte no me pondría triste y que siempre la iba a recordar como en la foto a la que titulé "las nenitas". Con esta idea alegre, recuerdo también que ayer me reí mucho y como quise reír más, lo hice. Sumergida en tonics, buena música, humos ajenos y la sonrisa de mi Tía Amelia quien decidió finalmente tomar las medicinas contra las mordeduras de perritos ingratos (la he recuperado, y ella se ha recuperado a sí misma).

Esta Tía Amelia mía, como ya lo dije, no es mi tía en realidad ni yo su sobrina y aquel perrito del que he hablado no es más que un tonto con suerte que se cruzó en su camino y la lastimó. Ayer mi Tía Amelia me reconfirmó que estar alegre es una decisión. Por lo que ayer decidió contagiar de su entusiasmo a cuanto parroquiano se cruzara por su camino. Yo terminé con tal contagio que hasta ahora me dura la resaca esa que no trae náuseas ni dolor de cabeza sino de mandíbula y estómago de tanto reír.




"Las nenitas", mi abuela y yo (¡cómo te extraño Mami Yoli!)

miércoles, 14 de mayo de 2008

Un elefante





Ayer me divertí como enana. Comí galletas dulces y jugué mucho con gente que conozco y que conocí precisamente ayer, jugando. También pude conocerme más.

Primero: un señor papadón experto en varias cosas nos enseñó la importancia de treparse al elefante (mirar el bosque y no sólo el árbol o la ramita). Luego llegué a la conclusión de que hay que subirse a la escalera de la inferencia para lanzar los prejuicios a la nada: nunca asumir sentimientos o pensamientos de los demás, para hacer el mundo más lindo y churro para todos.

Además aprendí que para andar por ahí en la vida hay que obtener una licencia para conducir nuestras propias emociones y así nos evitamos accidentes como choques o atropellos cuyas consecuencias podrían dañar irreparablemente a otras personas. Luego, entendí que los conflictos son algo así como el condimento de la vida, imprescindibles en dosis justas para darle sabor.

Y, finalmente, me encontré con que mi estilo de pensamiento idealista, holístico, intuitivo, sintetizador, integrador (Chica “D”) encaja perfectamente en mi grupo de trabajo. Será por eso que me divierto tanto haciendo lo que hago: bla, bla, bla.

Luego aplaudimos e hicimos estupideces en cantidades industriales. Jugamos a vivir, cerramos los ojos, los abrimos, corrimos como locos sueltos en el manicomio, hablamos de medicamentos contra la diarrea, de cortinas, de sexo, pan, abuelitas y gente gordita. O sea, de todo. Y, así saciamos nuestras sedientas almas con risas, niñez, energía y unas bebidas espirituosas que al final de la jornada fueron la antesala ideal para recibir a Mr. Morfeo en mi cama y sumirme en el más profundo sueño.




lunes, 12 de mayo de 2008

Blu, Blu, Blu (reflexiones de un rey; irreflexiones de una tía)




“Feliz día de la mamacita y saludas a tu madre de mi parte” les dije ayer a mis amigas mientras me encontraba internada en la cocina preparando una rica pasta. El olor atrajo a la familia a mi morada y, con ellos, a mi muso inspirador, el rey de Mazapán, mi sobrinito Octavio.

“Blu, blu blu, ma, ma, prrrrrrrrrrr, ma, ma, aaaaaaaahhhh”, me dijo sonriendo y lo abracé. Llevaba puesto el overall de jean que le compré y unos lindos zapatos azules. Lo que me estaba tratando de decir era que ya había terminado su dosis de medicamentos contra la bronquitis que había atacado sus pequeños pulmones de apenas 10 meses. Yo le confesé que cuando se me ocurriese sentar cabeza para formar una familia le daría una linda primita o dos. “Prrrrrrrrrrrrr, blu blu”, me contestó. Traducción: “yo la cuidaré de cualquier galifardo que pretenda su virtud”. Entonces un hilo de baba se formó en mi comisura labial derecha.

En medio de la charla, lo descubrí mirando atento a uno de mis muñecos favoritos: El Chavo del Ocho. Luego dejó de hablar y empezó a gatear hacia el muñeco. Se apoyó en la pared para alcanzarlo pero no pudo. Entonces me miró con tal cara que antes de que se formara otro hilo de baba fui corriendo a entregarle mi preciado muñeco para que lo mordisquee y lo patee a su antojo.

“Ma, ma, ma, ma”, dijo una y otra vez. Significado: “tía, ¿le puedo enseñar a mi vieja lo que me has regalado?”. Rápidamente lo cargué y lo llevé a la sala con su mamá. Regresé a la cocina y reanudé el tema culinario mientras escuchaba de fondo la hermosa risa del rey de Mazapán. Esa fue mi cuota de felicidad del día.

Mientras terminaba de servir el postre, en mi lista mental de objetivos de vida marqué y subrayé con resaltador amarillo el ítem: ser madre. Biológicamente hablando, el requisito principal me lo procuraría con facilidad: “un buen amigo o quizá un banco de semen”, pensé. Aquel pensamiento sólo podía ser interrumpido por la cara de mi madre diciéndome “no seas egoísta, dale un padre”. Ahí mismo, se me complicó el teorema. Me sentí como si estuviera en tercer grado de primaria tratando de aprenderme la tabla periódica de los elementos químicos y se me agitaron las neuronas.
Antes de despertar a mi nervio trigémino, Gutiérrez, me calmé y pensé en que tenía simplemente que esperar. Otra vez esperar. No siendo una de mis virtudes la paciencia, esperar. Con el ruido que me hace esa palabra en el oído medio: esperar. ¿Esperar qué? Pues, ¡todo!: conocer al Neo de mi Matrix (el elegido), enamorarnos, fabricar al nene (esa es la parte que más me gustará, sin duda) y luego de nueve meses, mi mundo será iluminado por un nuevo sol, que me enseñará a ser mujer de verdad: madre, esposa y profesional, todo, toditito a la vez. O sea, como diría el rey de Mazapán: Blu, blu, blu, prrrrrrrrr. Traducción: ¡qué miedo!

Octavio: El Rey de Mazapán

jueves, 8 de mayo de 2008

Entre cartuchos y margaritas


Ayer estuve esperando una llamada. Esperando, esperando...Se hizo hoy y quizá siga esperando. Y, aunque yo podría ser quien inicie la conexión con aquella persona de quien espero comunicación, decido esperar pasivamente. Así que soy responsable de mi espera y mi inacción.

El que quiera puede señalarme pero yo me excusaré en que casi creo haber encontrado una olla de oro al final del arco iris y requiere paciencia que el hallazgo sea una realidad.

Que si hablo en código? pues así soy yo y sé que muchos hacen lo mismo. Sobre todo quienes creen en la predestinación, en que no hay casualidades y que hay una razón de ser y no ser, que cada quien tiene una misión que cumplir hasta quemar el último cartucho o deshojar la última margarita.
O beber el último Margarita!!!

viernes, 2 de mayo de 2008

Entre dos cumbres



La parte más alta de las ricas montañas (hermosas tierras y risueñas playas, es mi Perú), la cima, la cúspide, el pico, la cresta, el pináculo y demás. A esa cumbre precisamente no me refiero. Me refiero los dos desfiles de presis que habrá en Lima Limón este año (ALC-UE y APEC) y que significará para la capital de nuestro lindo rojiblanco mucho más que tráfico, hartos tombos en las calles (o sea, más tráfico) y que saldremos en la tele europea, asiática y caribeña. Significa también, que toda la limeñada contará con dos maravillosos feriados en los que podremos rascarnos la panza mientras oímos a todos los manda-más hablando de cómo solucionar los problemas de los países tercermundistas. Reitero: hablando. Todo esto para justificar su arreciado antojo de Pisco Sour, Ají de Gallina y Cebichazo. Así de buenos somos pues.

Y, como buenos, no sólo nos hemos aprovechado de su visita para holgazanear sino además, para que Caballito loco nos arregle las pistas, figúrense. Y con todo este alboroto no faltará brichero*, caña de pescar en ristre, anotadazo en los bares que, de todas maneras, visitarán las delegaciones de foráneos con ganas de una buena cuchipanda “a la peruana”. Todos ganan.

Como adelanto, hace algunos días respiré un poco de ese airecillo diplomático en los jardines del SWISSOTEL a donde fui enviada por el amo y señor del BRIP peruano, Micky Riverside.

Un sendero flanqueado por dos filas de gente vestida con trajes típicos de muchos países era la antesala a la recepción. Allí, encontré a mi derecha: a dos entrañables ex compañeros de trabajo y a la izquierda: al señor alcalde, su honorable cuerpo edil y al, anteriormente honorado, cuerpo de su señora.

Saludé primero a mis amigos. Al burgomaestre, hice presente los saludos de Micky y las excusas del caso por enviar a su plebeya a representarlo en tan distinguido ágape ofrecido con motivo de los dulces 17 de la muni de San Isidro.

Cumplida la tarea, me dispuse a retirarme cuando la anfitriona (una rubia al pomo regia) invitó a toda la concurrencia a atender a las palabras del emocionado alcalde.
Cuando el buen señor terminó con su discurso me invadió tal sueño que hubiera cambiado todas mis cajas de Dormonid por un CD con mensajes ediles de Mr. Meier.

Luego, con el objetivo de matar los breves segundos que pretendía quedarme, me detuve a observar cuidadosamente a cada uno de los asistentes. El 90% eran habitués de las principales páginas sociales y políticas de las publicaciones locales. Me encontraba en medio de la crema batida del distrito (ricachones, políticos, diplomáticos y el mismísimo vicepresidente de la república. Y yo toda corriente pensando en “escapar” del lugar, ¡qué fea!).

Con ese nivel de concurrencia, “el cóctel va a estar buenazo”, pensé y me quedé a esperar a los mozos. En el ínterin una señora mayor que estaba buscando a su marido (un diplomático Alemán) se me acercó y decidimos acompañarnos mutuamente hasta la llegada del vino blanco. Mi copa llena duró nada.

Ni bien me despedí de la señorona aquella, una nueva tanda de mozos desfilaron con deliciosos bocadillos a mi izquierda y a mi derecha con pisco sour. Yo seguía con sed, así que no me quedó más remedio que despreciar los sólidos por el líquido. Para mí ahí terminó el cóctel y me fui.

Cuando llegué a casa y a mi realidad, ahí estaba mi jarra de agua y mi ropa desordenada. Pues yo me encargo siempre de que haya agua para beber y nunca de acomodar mis trapos. Ahí me sentí como entre las dos cumbres. Como si estuviera parada en el mismo vértice de las dos montañas mirando y esperando que empiece el desfile de señores en traje. Esperando, otra vez, que acabe el discurso y que pasen los mozos para tomarme un trago e irme a casa para comprobar que todo sigue igual, que la tarea no me la hará nadie y menos los presis en traje desfilando y hablando, sólo hablando...
*Brichero: dícese del pacharaco (a) caza extranjeros, caza nacionalidades no peruanas a la prepo.