martes, 25 de noviembre de 2008

La ciudad del cemento (I)




Día 1
Cuando bajé del avión, una cachetada de aire frio me dijo: "despierta, ya estás en NY".
Nio bien llegamos al Michelangelo, dejamos las cosas y nos fuimos a visitar el Museo de Arte Moderno (MOMA). Por un momento dejé de lado todo lo referido a chamba (por lo que fui a NY) y me entregué a Joan Miró y a Van Gogh principalmente. Me quedé con dos pinturas en la cabeza: dos hombres que usan las manos como si fueran piernas y cuyos penes hacen las funciones de la cabeza, "Dos Filósofos" de Miró. La otra pintura es "La silla de Gaughin" de Van Gogh (porque una cosa es pintar la cara de un amigo y otra es pintar uno de sus objetos más preciados y recurrentes con tanto amor que se salía del cuadro y me erizaba la piel).

"Esqueroso", decía la guía gringa cuando intentaba explicarnos que algo no era de su agrado. Me fascinó la nueva palabra y he empezado a usarla para referirme a lo extremadamente asqueroso (esqueroso). Nos dijo un montón de cosas en el bus, mientras las luces de los gigantes paneles de leds me distraían (cual recién llegada). Cenamos en un lugar llamado Metrazur que está en el balcón del ala este del terminal Grand Central. Después de la cena, la nota mental fue: "La comida en gringolandia es rica sólo si está hiper sazonada porque las verduras y frutas tienen sabor a plástico. Los postres son deliciosos. Puedo vivir comiendo postres en USA, mejor aún si es el cheesecake de Junior´s".

Día 2
Una rica manzana y un café fueron mi primer desayuno al día siguiente. Sí porque los gringos tienen la distribución de comidas invertidas. Desayunan casi nada, almuerzan como si fuera un desayuno peruano dominguero y cenan como si fuera la última comida de sus vidas: un cerro. Mi estómago confundido sólo atinaba a recibir alimentos una y otra vez. Tuvimos 4 breaks de galletitas, sandwichs, quesos, bebidas y no dejaban de darnos comida. Por un momento pensé "estos caníbales nos engordarán y para Navidad nos dejarán salir, pero del horno y bien achicharraditos". Luego cuando dejé de pensar huevadas me dediqué a trabajar.

El día estuvo lleno de charlas y presentaciones de gente que hace mi chamba pero en otros países y de gringos honorables que me pagan el sueldo y me obligan a que lo justifique.

Por la noche nos fuimos a tomar traguitos y a comer sushi a Morimoto (el local del iron chef Masaharu Morimoto). Desde que me enteré que íbamos a su restaurante estuve preguntando dónde encontrar a Morimoto para tomarme una foto con él brazo a brazo. Pero no estaba y me enteré que cobraba US$500 por foto.
En el baño fue donde viví una experiencia increíble. Fue la primera vez que utilicé un baño digital cuyo inodoro tenía al costado un panel para: calentar el asiento (pa los friolentos); lavar y secar las partes nobles una tapa automática que se abría y cerraba al sentir la presencia de algún meón o meona cerca. Le tomé fotos y estuve a punto de pedirle autógrafo al inodoro aquel.

Ahí no acabó lo bueno. Después nos fuimos a Buddakan, pasando por el mercado de Chelsea. Buddakan es un restaurante de cocina asiática, uno de los mejores 50 restaurantes de América y donde se grabó la escena de la cena de compromiso de Carrie Bradshow de la película (que fue un error) "Sex and the City". Nos sentamos en la misma mesa y yo ocupé el sitio de Samantha Jones, por supuesto.

Día 3
Se me hizo tarde y llegué casi corriendo a conocer el corazón del capitalismo: Nasdaq, Barclay´s y New York Stock Exchange. Sólo una empresa peruana compra y vende acciones en el NYSE: minera Buenaventura. Aprendí muchas cosas. Muchas.

Casi anocheciendo me fue a buscar a mi hotel un personaje muy especial a quien llamaré: Miss Bourdain. Una joven que tiene 3 carreras y una de ellas es la de Chef. Con ella conocí la cara de New York que enamora. Dejamos mis cosas en mi nuevo hotel (uno que casi podía pagar) "Broadway" y tomando la avenida del mismo nombre nos fuimos a China Town a comer deliciosos dumplings, sopas chinas y el infaltable bubble tea. Todo deli. Con Miss Bourdain no iba a ser necesario vivir sólo de los postres.
NY es una ciudad rápida...donde la gente apenas puede caminar a su ritmo... donde el sol se siente abrumado por la altura de los edificios y se niega a calentar...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bueno que la pasaste bien, así es NY, alocada, rápida, imparable e interesante y como siempre dije: con un olor característico sui generis...espero poder estar ahí el próximo año.

Rous dijo...

vamos pero en verano!!!

Anónimo dijo...

Jajajajajajaja, ya me acorde,... que genial se veria el autografo del inodoro!

Alis

Rous dijo...

el water inteligente lo máximo