jueves, 12 de junio de 2008

En el diván del dragón



Empezó como un reclamo. Mi reclamo. Con demandas, argumentos, contra-argumentos y tras intercambios varios sobre notas y temas musicales, algo de paz. Así fue la franca conversación que tuve el día del sol con un amigo muy especial que llegó a mi planeta volando sobre una nube verde desde oriente, mi amigo el dragón.

Es un dragón pequeño y singular con un magnetismo particular y con el sentido del oído más desarrollado que cualquiera de su especie. Vive de la música y reina en uno de mis rincones favoritos, del sendero del etanol, de las sombras del humo, donde se aprende a ver en la oscuridad y a danzar sin pareja.

Hace algún tiempo, a fuerza de mi insistencia, el dragón me permitió subirme a su nube y acariciar sus alas. La experiencia me dejó una secuela de sueños y de sobresaltos mentales que sólo pudo quitarme el Sr. Oso de un zarpazo.

En aquella conversación dominical, me sentí como si fuera un paciente sobre el diván en plena consulta psico terapéutica, pues creo que mi dragón escuchó más de la cuenta. Le revelé algunos de mis temores, mis manías y hasta torpezas. Finalmente, ante una de sus preguntas, la de fondo, me vino a la mente una canción que dice:

“No se si hacer
O mas bien deshacer
Hacerlo mal o hacerlo bien
Hacer por hacer
Sólo pa´ deshacer
Lo que nunca sé hacer…
Nunca hacer por hacer”
Luego recordé que alguna vez escribí aquí… “un corazón que nada tiene que dar, no es más que una maquinita de bombear sangre”. Recién entonces le pude responder al dragón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el único dragón del que guarda recuerdos mi memoria zigzagueante es aquel que con su fuerza noctámbula me arrolló en noches de alcohol que mi memoria ya no recuerda... dudo que sea es tu dragón... pero dudas y curiosidad me quedan... :*

Rous dijo...

tibio, tibio...